El arancel, revelado a través de una publicación en Truth Social, fue presentado como esencial para proteger a los fabricantes de camiones estadounidenses como Peterbilt, Kenworth, Freightliner y Mack de la “competencia desleal externa”. Trump vinculó la política con la seguridad nacional, afirmando:
“Necesitamos que nuestros camioneros estén financieramente saludables y fuertes, por muchas razones, pero sobre todo, por motivos de seguridad nacional.”
Los analistas de la industria señalan que aún quedan detalles clave poco claros. No está claro si los camiones fabricados en México y Canadá estarán exentos bajo el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC), ni si el impuesto se aplica solo a los vehículos totalmente ensamblados o también a los componentes importados.
Si no se concede una exención para México, el impacto podría ser severo: casi cuatro quintas partes de los camiones pesados importados llegan a EE. UU. desde plantas mexicanas, según Capital Economics.
Los fabricantes de camiones globales tropiezan, los rivales con sede en EE. UU. suben
El anuncio sacudió inmediatamente a los mercados. Las acciones de Daimler Truck y Traton cayeron bruscamente el viernes, con analistas de Citi estimando que el arancel podría costar a Daimler hasta 800 millones de euros. Volvo, que ya fabrica camiones en EE. UU., vio sus acciones subir en medio de especulaciones de que podría obtener una ventaja.
La Asociación Americana de Camioneros advirtió que el arancel aumentaría los costos para los transportistas ya enfrentando inflación y volúmenes de carga débiles. Jason Miller, profesor de gestión de cadenas de suministro citado por Commercial Carrier Journal, dijo que estaba “muy seguro” de que el nuevo impuesto anularía las protecciones del T-MEC.
Los operadores de flota temen que el precio de un nuevo camión pesado —ya con un promedio de más de 170,000 dólares antes de impuestos— podría subir sustancialmente. Incluyendo el impuesto federal del 12%, el costo total podría ascender a cerca de $240,000, según estimaciones de la industria.
Los concesionarios han advertido que los precios más altos podrían deprimir las ventas y forzar despidos en la red de concesionarios.
Los economistas comerciales también destacan contradicciones en la política. Aranceles anteriores sobre acero y aluminio ya han aumentado los costos de insumos para los fabricantes de camiones de EE. UU., lo que significa que los modelos fabricados en EE. UU. pueden a veces ser más caros que los importados. Los analistas advierten que las tarifas adicionales podrían reducir la demanda en el sector de transporte, socavar una recuperación frágil en volúmenes, y en última instancia, resultar en mayores precios de transporte y consumo.
También son posibles desafíos legales. La decisión de Trump de invocar motivos de seguridad nacional bajo la Sección 232 ha generado escepticismo, con críticos cuestionando si las importaciones de camiones pesados pueden plausiblemente considerarse un riesgo para la defensa.