Primero, flores y abejas, ahora el rugido de la máquina y el olor a humo. Jelena Socharczuk, que ha trabajado como apicultora durante toda su vida, nos cuenta por qué cambió su trabajo después de convertirse en abuela. Y no es por las ganancias.
Jelena viene de Bielorrusia, del rayón de Stoŭbtsy en la región de Minsk. Ella es apicultora de profesión hasta hace poco. ¿Estaba feliz? Ella nunca se quejó, aunque el trabajo no le trajo satisfacción.
Siempre estaba desesperada. Necesitaba moverme, amaba la velocidad – dice Jelena en una entrevista para el portal tut.by.
Descubrimiento accidental
Ella se casó rápidamente, dio a luz a dos hijos. Casa, familia, trabajo en un apiario: el torbellino de la vida la aspiró. Pasaron los años, los niños ya adultos. Jelena se convirtió en abuela. Todo parecía haber corrido bien, pero la sensación de vacío no la dejó. Ella sentía que faltaba algo. ¿Qué exactamente? Ella descubrió de manera accidental.
Una vez fui a una gasolinera, donde estaba un estacionamiento de camiones al lado. Miro la tienda y una joven pareja con sus compras yendo a los camiones. El hombre abrió su puerta a la dama con tal gallardía que mi mandíbula cayó. Los seguí por un largo tiempo. Entonces me di cuenta: quiero sentarme detrás del volante de un vehículo así y seguir el camino, bien lejos – recuerda Jelena Socharczuk.
Ella se registró para la licencia de conducción al día siguiente.
Año de preparación
Jelena se estaba preparando para una nueva profesión durante todo el año. Ella recibió la licencia de conducción, la calificación internacional de conductor de camiones y también obtuvo el derecho a transportar mercancías peligrosas.
Las primeras dificultades aparecieron mientras buscaba un trabajo.
Resultó que nadie quiere contratar a una mujer para ese puesto. Aún más sin pasantía o experiencia – dice Jelena.
Al final, logró ser contratada por una empresa rusa. Tal vez porque el reclutamiento también fue llevado a cabo por una mujer. Ella consiguió este trabajo el mismo día.
Demuéstrales, niña, que una mujer puede hacer este trabajo incluso mejor que los hombres”, escuchó de la directora general adjunta que la había entrevistado.
La primera ruta
Pronto, inició su primera gira de 3 semanas por la ruta Bielorrusia-República Checa-Kazajstán-Rusia. ¿Tenía miedo? Por supuesto. Pánico. Sin embargo, por conducir una enorme máquina, se sentía cada vez más orgullosa de poder hacerlo.
Me sentí como una reina. Manejé como si estuviera nadando en un camino interminable – dice Jelena.
Hoy, tiene ya 5 años de trabajo, 900.000 kilómetros recorridos y 19 países visitados. A menudo se siente cansada pero nunca infeliz.
Trabajaré hasta que mi fuerza y mi salud estén bien. Guardaré flores y abejas para la vejez – asegura Jelena.
Fot. Archivo privado de Jelena Socharczuk