Según los últimos datos de la Union TLF, la federación francesa de transporte y logística, en el segundo trimestre de 2025 se registraron 645 insolvencias en el sector. Esto supone un aumento del 1,4% respecto al trimestre anterior y un 7% más interanual. Lo más alarmante es el incremento acumulado del 55% en apenas dos años.
La tradicional recuperación primaveral se ha visto sustituida por un deterioro profundo. La confianza empresarial cayó a 97,2 puntos en agosto, muy por debajo del promedio histórico, mientras que el 47% de los directivos señala la falta de demanda como el principal obstáculo: un dato sin precedentes que revela problemas estructurales graves.
El empleo también se resiente: en dos años, la plantilla del sector se redujo un 1,1%, dejando 425.800 trabajadores al cierre de marzo de 2025. Además, solo en el primer trimestre, 632 empresas entraron en procedimientos colectivos.
La situación financiera añade presión. El flujo de caja se mantiene críticamente bajo, lo que limita la capacidad de inversión en renovación de flotas o expansión de servicios.
Márgenes asfixiados: los más bajos de Europa
Los transportistas franceses operan con márgenes de beneficio de apenas 2–3%, entre los más bajos de la economía nacional y muy por debajo de sus competidores europeos. Según la Union TLF, la causa principal es un “entorno fiscal y regulatorio punitivo” que debilita la competitividad de las empresas.
Las consecuencias trascienden fronteras: retrasos en entregas, subidas de precios e interrupciones en la cadena de suministro se multiplican en Europa a medida que los operadores luchan por mantener el nivel de servicio.
Jean-Thomas Schmitt, presidente de la Union TLF, recordó que las empresas del sector son “la piedra angular de nuestra economía” y advirtió que la competitividad “debe ser la prioridad absoluta en las próximas semanas”.
Union TLF reclama acción inmediata del gobierno
La federación exige una respuesta rápida en tres frentes:
- Reforma regulatoria, con políticas medioambientales estables y objetivos realistas que den seguridad a las inversiones.
- Alivio fiscal, reduciendo la carga tributaria de un sector que ya opera con márgenes mínimos y que debe invertir en tecnologías más limpias.
- Apoyo a la inversión, creando condiciones que permitan renovar flotas, atraer conductores y sostener la infraestructura crítica.
Una ola de insolvencias que se extiende por Europa
La crisis no se limita a Francia. Bélgica registró 724 quiebras en transporte y almacenamiento en 2024, un 11,7% más que en 2023. Casos recientes incluyen la segunda bancarrota en tres años de Eurosped Belgium y la desaparición de cinco empresas del Grupo De Wolf, con unos 100 empleados.
En Polonia, el transporte por carretera enfrenta lo que los representantes del sector califican como la “crisis más grave en 25 años”. El país sufre un déficit de 150.000 conductores y lo que los operadores llaman competencia desleal de transportistas ucranianos, cuyos trayectos anuales han pasado de 200.000 a cerca de un millón desde el inicio de la guerra.
Hungría es otro foco de preocupación. Según DigiLog Consulting, el transporte por carretera es no rentable desde el tercer trimestre de 2023. En el segundo trimestre de 2025, el número de empresas cayó un 2%, y desde 2022 han desaparecido entre el 9,1% y el 10,5% del mercado. Un tercio de los operadores trabaja con pérdidas, mientras que los que siguen siendo rentables apenas alcanzan márgenes de un solo dígito.
Europa bajo presión de costes crecientes
El panorama europeo sigue siendo desafiante. Según DSV, el PMI manufacturero de la Eurozona se situó en 49,8 puntos en julio, todavía en zona de contracción. Los costes de mantenimiento de camiones aumentaron un 2,3% y los salarios un 4,5% en el primer trimestre de 2025.
La ola de quiebras en el transporte es una señal de alarma para toda Europa. Sin medidas de alivio y sin inversiones estructurales, el sector corre el riesgo de entrar en una crisis aún más profunda, con efectos en cascada para la economía y las cadenas de suministro internacionales.