Según datos citados por Girteka a partir de la Asociación para la Protección de Activos Transportados (TAPA), las pérdidas de carga en la UE sumaron 549 millones de euros en 2023, lo que supone un aumento del 438% respecto a 2022 y más de diez veces más que en 2021. Un informe del Parlamento Europeo calcula que este tipo de delitos cuesta a las empresas más de 8.200 millones de euros al año en todo el continente.
A nivel global, el Sistema de Inteligencia EMEA de TAPA registró más de 157.000 incidentes relacionados con carga entre 2022 y 2024. Solo en junio de 2025 se denunciaron 634 robos en Europa, Oriente Medio y África, incluido un golpe millonario en Lombardía, donde desapareció un cargamento de cosméticos valorado en 4 millones de euros.
Alemania y el sur de Europa en el punto de mira
Alemania sigue siendo el mercado más afectado, seguido de Italia, Francia, España y Reino Unido. Los delincuentes se concentran en productos con alto valor, gran demanda y facilidad de reventa.
Alimentos y bebidas lideran las estadísticas, pero los electrónicos, piezas de automoción y productos farmacéuticos también figuran entre los principales objetivos. Estos últimos representan un caso crítico: su alto valor y pequeño volumen facilitan el robo y el contrabando, pero además su comercialización ilícita supone un riesgo directo para la salud pública.
El transporte por carretera sigue siendo el más vulnerable: tres cuartas partes de los robos globales en 2024 afectaron a camiones.
Del oportunismo a las operaciones organizadas
El perfil del delito ha cambiado. Ya no se trata solo de robos oportunistas, sino de operaciones planificadas y coordinadas a gran escala. Según TAPA, en 2024 los secuestros representaron más del 20% de los casos, seguidos del robo directo de vehículos.
A mediados de 2025, la intrusión —corte de lonas, rotura de cerraduras— se había convertido en el método dominante, con dos tercios de los incidentes. Paralelamente, crecen los fraudes con transportistas falsos, estafas digitales, suplantaciones de identidad e incluso la colusión interna.
Las áreas de descanso no vigiladas en autopistas siguen siendo uno de los puntos más vulnerables.
Impacto en la cadena de suministro
Las consecuencias no se limitan al valor de la carga robada. Los consumidores enfrentan desabastecimiento y subidas de precios, mientras que transportistas, cargadores, fabricantes y aseguradoras asumen un riesgo cada vez mayor.
Expertos del sector advierten: a medida que las mafias se vuelven más sofisticadas, la resiliencia de la cadena logística europea se pone a prueba.
El estándar TSR: una respuesta necesaria
El aumento de robos ha impulsado a más transportistas y cargadores a adoptar el estándar Transported Asset Protection Association – Transported Security Requirements (TAPA TSR) como referencia en gestión de riesgos.
Este marco establece medidas mínimas de seguridad para operaciones de transporte por carretera, con tres niveles de certificación (siendo el Nivel 1 el más exigente).
Incluye herramientas como monitoreo GPS 24/7, geoperimetraje, alarmas SOS, uso de remolques sellados, estacionamiento seguro y formación obligatoria para conductores. El estándar se revisa cada tres años para adaptarse a nuevas tácticas criminales.
Según Girteka, cumplir con el TSR ya no es solo un requisito técnico, sino un factor de competitividad. Para los cargadores de farmacéuticos, electrónicos o bienes de alto valor, garantiza reducción de riesgos y seguridad aseguradora.
Con el robo de carga creciendo a un ritmo sin precedentes, la adopción de estándares internacionales como el TAPA TSR se perfila no solo como una buena práctica, sino como una necesidad estratégica para las empresas de transporte en Europa.